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El Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sigue sus políticas genocidas, atormentado por la arrogancia del poder y los sueños de expansión para establecer lo que llamó el “Nuevo Medio Oriente”, explotando el excedente de poder que el Occidente colonial ha puesto a su disposición, y el absoluto apoyo estadounidense y el silencio árabe, para garantizar que se erija como rey “de Reyes del “Gran Israel”, y en una posición avanzada en la historia junto a los Padres Fundadores.
El mayor objetivo de Netanyahu es fortalecer la hegemonía regional de Israel y rediseñar el mapa de la región para servir a sus ambiciones políticas y religiosas.
Netanyahu basa sus políticas en una mezcla de ideologías políticas y religiosas, invocando textos bíblicos para justificar sus políticas agresivas y movilizar a la opinión pública israelí, lo que fortalece la cohesión de su coalición gobernante de derecha.
Netanyahu busca lograr beneficios electorales personales explotando el discurso religioso, que presenta el conflicto actual como una guerra religiosa que exige la victoria, mientras él continúa lanzando operaciones militares sin ninguna responsabilidad internacional ni reacción real de la comunidad internacional, y una clara incapacidad de los países árabes e islámicos para adoptar una postura firme contra las políticas israelíes.
Netanyahu está actuando sobre la base de que cuenta con apoyo incondicional y luz verde internacional para liderar guerras en nombre de estas fuerzas, lo que indica que el objetivo final de Netanyahu es diseñar la región de una manera consistente con la visión y los intereses de Israel, y convertirla en la potencia dominante en la región.
Netanyahu busca inmortalizar su nombre en la historia como uno de los líderes de Israel, y estar en la posición de los llamados "padres fundadores" del Estado ocupante, tal como lo hicieron los primeros fundadores del Estado de Israel.
